Uno de los momentos que más marcan el inicio de un niño con la bicicleta es ese en el que, después de utilizar zapatillas deportivas normales, el aprendiz utiliza por primera vez los pedales automáticos y las botas propias de ciclista con las calas adaptadas. Sin duda, es probablemente uno de los momentos más simbólicos en el aprendizaje del ciclismo, aunque una vez superado el gesto es puramente instintivo.
Veamos, hay varios tipos de calas en las botas y normalmente son fáciles de distinguir por sus colores: las calas negras son completamente fijas, es decir, una vez insertada en el pedal, el pie no tiene movilidad alguna. En segundo lugar están las de color gris, que tienen una movilidad más o menos intermedia, mientras que las rojas son las que permiten un mayor juego al pie una vez metido el pedal.
Realmente, ante la pregunta de cuál sería mejor usar, la respuesta es aquella con la que el niño se sienta más cómodo. Sin embargo, a esas edades es cierto que una cala completamente fija les puede dar cierta sensación de agobio e inseguridad al llevar el pie fijo del todo, por lo que tal vez sería mejor empezar con alguna que permita más movilidad. Siempre respetando la comodidad del alumno.
¿Cómo se hace para encajar la cala en el pedal?
El gesto es tan fácil como colocar la bota sobre el pedal y hacer un gesto con el talón hacia dentro, como si quisiera tocar el cuadro con el talón. Se oirá un sonido –un ‘clac’, siendo gráficos- y el niño estará encajado. Después, para sacar el pie sólo hay que hacer el gesto contrario. El tobillo hacia fuera, y el pie se soltará del pedal. Como se puede leer, el gesto es sencillo y no tiene mayor ciencia. Pero conviene probar unas cuantas veces, hasta dominar la mecánica, en algún lugar sin tráfico antes de salir a carretera abierta. Porque al final los nervios de verse con tráfico rodado pueden hacer que el niño se aturulle y acabe cayendo al suelo.
Un buen truco para evitar caídas es hacer la parada sacando primero la pierna menos hábil. Por ejemplo, si el niño es diestro, que saque primero el pie izquierdo y lo ponga en el suelo. Tendrá su pierna hábil sujeta y podrá, con un pie en el suelo, controlar cualquier efecto de la bici con su pierna ‘buena’. Hay muchos casos de niños que han sacado su pierna buena y al final, la bici se les ha volcado para el otro lado, terminando en el suelo. Son caídas tontas y que no tienen mayor repercusión pero, si se pueden evitar, mejor que mejor. Una vez tenga dominada la mecánica, el niño puede salir a la carretera –preferiblemente poco transitadas al principio, por si acaso- y notará pronto los beneficios del pedal automático, pues se avanza mucho más y es más cómo que ir con las zapatillas deportivas.