Luis Ángel Maté, corredor del equipo Cofidis, suele decir asiduamente la misma frase en muchas de las entrevistas que concede a los medios de comunicación. El marbellí mantiene que montar en bicicleta es “el primer gran momento de emancipación de un niño”, y lo cierto es que esta aseveración tiene mucho sentido. Por eso hoy vamos a destacar sólo algunos beneficios psicológicos que tiene el ciclismo en niños.
En primer lugar, esa sensación de libertad e independencia
Cuando aprende a montar en bici, un niño se ve capaz de recorrer distancias mucho más largas que las que puede hacer con el movimiento de sus piernas, y además a mayor velocidad. Por lo que sin duda la experiencia para ellos es toda una aventura. Ese ‘espíritu aventurero’, o como queramos llamarlo, es importantísimo en el desarrollo mental de los niños.
A medida que va aumentando su pericia con la máquina, el niño no sólo es capaz de ir más rápido sino que además ya tiene la posibilidad de sortear obstáculos y barreras, tanto si son colocadas expresamente para ello –un circuito de obstáculos o gymkhana-, como barreras urbanas –escaleras, rampas, bordillos-. A base de ir viendo su mejoría, aumenta la autoestima, la confianza en uno mismo y, algo vital, el conocimiento de su propio cuerpo.
Ese conocimiento de su propio cuerpo dará lugar a un mayor autocontrol –siempre a los niveles propios de su edad, claro está-, y la mejora de la autoestima y autoconfianza son importantes a la hora de socializar con otras personas. Son sólo algunos de los beneficios mentales del ciclismo que se pueden hacer patentes en niños con mayor facilidad.
Por eso es importante el uso de la bicicleta en niños desde una edad temprana. No sólo por los beneficios físicos, que son muchos, sino también porque montar en bici tiene un gran número de ventajas en lo mental. Tendremos un niño más sano, que se valora más, se conoce mejor y está mucho más seguro de sí mismo. Como ya dijimos en una entrada anterior de este mismo espacio, la bici no es sino un vehículo para ser felices.