Cuando un niño practica ciclismo, en sus primeras edades no lo hace de forma competitiva. Más bien, está ‘jugando a la bici’. Será después, una vez haya pasado unos años en los que irá aumentando su destreza técnica, cuando se empiece a dejar ver en carreras. Antes habrá pasado por las gymkhanas, que las federaciones territoriales ya organizan como modo de promoción del ciclismo entre los más pequeños.
Pues bien, el espíritu a la hora de afrontar esas carreras debe ser el mismo. Lo importante del ciclismo, y más en los pequeños, son los valores que aportan a la persona y no el resultado en una carrera concreta. Por tanto, a la hora de afrontar sus primeras competiciones –llamadas así simplemente por tener otra persona que quiere hacer lo mismo que tú en menos tiempo- deben tener en cuenta que no es más que eso: un juego. En este punto también es importante el entorno familiar, pues muchos padres inconscientemente pueden acabar presionando a los niños por la ambición de ganar.
Hay muchas conductas que los niños tienden a tomar por repetición de lo que ven en los mayores. Y una de ellas, muy traicionera, es la de levantar los brazos al llegar a meta. Según el reglamento está prohibido soltar los brazos del manillar antes de pasar la línea de llegada y supone la descalificación automática del corredor. Es una norma que rara vez se aplica, y en cualquier carrera de alevines o infantiles se puede ver al niño celebrando su victoria. Pero hay jueces que ya están penalizando estos gestos.
¿La razón? Sencilla
Cuando un alevín o infantil se pone a su máxima velocidad, es muy fácil que en un mal gesto pierda el control de su bicicleta, o incluso que otro corredor que vaya cerca dé un bandazo y ambos puedan acabar en el suelo. Con las manos en el manillar, el niño puede retomar el control de su máquina, pero si va suelto la caída es segura. Por tanto no es sino una razón de seguridad. Además, según el reglamento los sprints tienen que ser en trayectoria recta, pero teniendo en cuenta que hablamos de edades muy tempranas puede ocurrir lo mismo: que se pierda el control de la bici y haya problemas.
Como siempre, la clave está en la educación deportiva. La solución más efectiva es, como decíamos al principio de esta entrada, tomarse estas primeras carreras como lo que son: un simple juego en el que se aprende con más compañeros, aunque no vistan los mismos colores. Si el niño entiende que es un juego y los juegos tienen normas, seguro que no pondrá problemas a la hora de cumplirlas. Así será más fácil evitar una descalificación… y, lo más importante, una caída.