En los últimos años los desarrollos de las bicicletas de carretera han experimentado grandes cambios que permiten afrontar pendientes antes impensables para los ciclistas.
En 1960, el responsable del Giro de Lombardía, Vincenzo Torriani, quiso endurecer esta carrera y para ello introdujo en el recorrido el Muro de Sormano.
Se trataba de una breve y empinada subida de apenas 2 km y pendiente media del 17,5%. Unas pendientes nunca vistas hasta entonces en las competiciones ciclistas.
Pero el experimento solo duró tres ediciones, en 1963 ya se había retirado del recorrido fundamentalmente porque apenas unos pocos corredores –los que circulaban en cabeza– podían subir esa cuesta sobre la bicicleta. La gran mayoría o lo hacían andando o se ayudaban de empujones, motos y coches.
Y es que aquellos ciclistas de los sesenta, aunque aguerridos y acostumbrados a dar “chepazos”, no llevaban los desarrollos para bicicleta adecuados para subir por esas cuestas.
Entonces, la multiplicación máxima en los cambios de 12 ó 14 velocidades podían ser de 42×21 aproximadamente.
Nada que ver con la tendencia actual en la que muchos profesionales montan grupos de hasta 24v y con desarrollos máximos de hasta 36×30 ó incluso 36×32.
Mucho han cambiado las carreras de ciclismo desde entonces y es posible ver un vaso comunicante entre la paulatina introducción de cuestas cada vez más empinadas y la evolución de los desarrollos en las bicicletas.
Actualmente es habitual, sobre todo en La Vuelta a España, que los ciclistas se enfrenten a muros incluso del 20% (Angliru, Mas de la Costa, Ermita del Alba, Chorret de Catí…), pero también es habitual el que los ciclistas monten plato pequeño de 36 dientes (incluso algunos ciclistas ya lo llevan en todas las etapas de las carreras de tres semanas).
Y si para los ciclistas profesionales las posibilidades de los nuevos desarrollos en bicicletas les ha facilitado mucho la vida, qué decir de los sufridos cicloturistas.
Para ellos, verdaderos clientes de las marcas de componentes, es para los que se han ampliado tan generosamente los desarrollos de las bicicletas de carretera.
Los platos compacts 50×34 aparecieron en los años 2004-2005 y tardaron muy poco en generalizarse (ahora también se monta mucho la combinación 52×36).
A la vez empezaron a proliferar los grupos de 10 coronas, después de 11 y ya incluso de 12; algunos de ellos con una corona grande de hasta 32 ó 34 dientes.
Esto permite ampliar el número de bicicletas
Y a muchos de ellos acercarse y superar, con más o menos esfuerzo, subidas que hasta no hace mucho eran impensables por sus duras pendientes.
Así se han ido “conquistando”, poco a poco, nuevos hitos y retos, que probablemente estén detrás del boom que el ciclismo aficionado tiene en muchos países, entre ellos el nuestro.