Pocas veces un ciclista tan joven había generado tantas expectativas como este holandés de 23 años y capaz de ganar carreras de carretera, mtb y ciclocross.
Familia de campeones
Hijo y nieto de destacados ciclistas (su padre fue Adrie van Der Poel y su abuelo nada menos que Raymond Poulidor), Mathieu van Der Poel es el ciclista del momento. Una estrella en sí mismo, capaz de ganar carreras en cualquier terreno y en cualquier disciplina del ciclismo. Con solo 24 años y tras su primer año completo compitiendo en la élite de carretera (aunque en un equipo menor como el Carendon), este ciclista holandés tiene encandilada a gran parte de la afición.
Es campeón del Mundo de Ciclocross por dos veces (2015 y 2019), además de múltiple vencedor en pruebas XC de ciclismo de montaña, disciplina en la que también cuenta con el título Mundial de 2019. Uno de sus grandes objetivos para la temporada 2020 es la prueba XC de los JJOO de Tokio. Esta temporada, lleva una racha brutal de victorias en pruebas de ciclocross: ¡Ha ganado 13 carreras de las 14 que ha disputado! Y, obviamente, es el principal favorito para revalidar el título mundial de la especialidad que se disputará a principios de febrero.
Los organizadores de las grandes vueltas se dan codazos para conseguir que participe en Giro, Vuelta o Tour de Francia. El problema es que este año se han reducido las invitaciones a las grandes World Tour a solo 2 equipos. Y el equipo de Van der Poel, otra rareza, no es ni tan siquiera uno de los mejores de la segunda división mundial. Cuando corre con los mejores lo hace casi siempre sin compañeros que le puedan ayudar.
Su edad y su versatilidad para ganar casi en cualquier prueba o terreno lo hacen una verdadera estrella para las nuevas generaciones enganchadas al ciclismo. Un tipo que rompe los viejos moldes de este deporte casi cada vez que sale a competir. En 2019, realizó su primera “primavera de clásicas” con un rendimiento espectacular: 4º en la Gante-Wevelgen y en el Tour de Flandes y 1º en A Través de Flandes, Flecha Brabanzona y Amstel Gold Race. Su victoria en esta última –una de las clásicas más codiciadas por los profesionales– fue sideral, de lo más espectacular de toda la temporada. Con una persecución casi suicida en los últimos 7 kilómetros, con importantes rivales a rueda. Llegó al último kilómetro con los escapados a tiro y justo para lanzar un lejanísimo sprint que acabó dejando a todos sus expertos rivales sentados.
Mathieu Van der Poel se enfrenta este año quizás a su temporada más complicada. La de la confirmación. Hasta ahora todo lo que ha conseguido, que ha sido mucho, se basa en la sorpresa y, sobre todo en carretera, lo ha logrado desde la posición del ‘outsider’. Sin embargo, en 2020 sus rivales van a estar muy atentos a su rueda.
Su forma de correr, siempre al ataque, muchas veces sin apoyo de su equipo ciclista y sin guardar nada, le pueden jugar malas pasadas en un deporte en el que saber esperar tu momento es muchas veces la clave del éxito. Lo que no se puede obviar ya es que tipos como Van der Poel le van muy bien a un deporte como el ciclismo, quizás demasiado fosilizado en antiguos esquemas que parecían inamovibles. ¡Bienvenida sea su estrella!