A partir de la categoría infantil y de cara a la cadete, lo normal es que los chavales vayan empezando a realizar unos entrenamientos un poco más pautados aparte de las clases de ciclismo en las escuelas. Como en casi todos los aspectos de este deporte, de un tiempo a esta parte los entrenamientos para niños han cambiado igual que en el caso de los mayores.
Sobre todo, en la actualidad lo que se busca –con buen criterio- es no comprometer el desarrollo físico de los niños con las cargas de entrenamiento, y el hecho de programárselos tiene la función básica de acostumbrarlos a la forma en que tendrán que entrenar en categorías posteriores si es que siguen dando pedales. Pero lo primordial es que los niños se mantengan frescos, utilizando las pruebas de escuelas para ‘ponerse en forma’ y el resto de entrenamientos de la semana basarlos realmente en estimular sus capacidades físicas respetando el desarrollo, pues estas son las edades más sensibles para el crecimiento.
Pero antes de entrenar…
Es necesario que se cumplan varias condiciones. La primera y más importante, estar descansado. Desde muy pequeños los niños tienen que entender que el descanso es tan importante como el entrenamiento, tanto para prevenir lesiones como para aprovechar cada sesión. Segundo, pero no menos importante, haber cumplido con las obligaciones y tareas. Y tercero –y esto es algo que se vulnera bastante- no salir en bici antes de haber acabado la digestión, porque su cuerpo no responderá igual, no aprovechará bien el entrenamiento y además puede tener un susto en forma de mareo o corte digestivo.
Un asunto fundamental a tener en cuenta es la duración de las carreras en infantiles y cadetes, que enlaza con el respeto al desarrollo físico de los niños: en infantiles una carrera rara vez pasa la hora de duración, y en cadetes podemos hablar de una hora y media. En cualquier caso, por debajo de dos. Por tanto no tiene sentido realizar con asiduidad entrenamientos de fondo muy largos o con la intención de acumular kilómetros –una tendencia de la vieja escuela que aún se aplica en algunos lugares-, que a corto plazo hacen que el chaval esté muy fuerte… porque está por encima de lo que le corresponde a su edad. Y eso acaba por comerse su margen de progresión antes de lo que pensamos.
Es primordial que los niños no vean el entrenamiento como algo rutinario que tiene que hacerse sí o sí para después poder rendir en carrera. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de niños y que no podemos exigirles resultados en las competiciones. La mejor forma de que se tomen el entrenamiento con ganas es variarlos, hacer que resulten amenos y divertidos –se pueden introducir pequeñas series para mejorar el trabajo de fuerza desde infantiles, o realizar algunos circuitos de sprints para que vayan probando distancias y viendo cuál es la que mejor se le da, sobre todo en cadetes- y lograr que con ellos empiecen a conocer mejor su propio cuerpo. Que al fin y al cabo, es de lo que se trata. Conocerse, divertirse y superarse de forma sana.