Hay un aspecto fundamental cuando un niño empieza a coger la bicicleta con regularidad. Ya hemos explicado varias veces que el ciclismo es un deporte con una inmensidad de valores que acaban acompañando a quien lo practica durante toda su vida, si los ha interiorizado bien. Para que eso ocurra, es importante que esos valores –solidaridad, trabajo en equipo, sacrificio, fuerza de voluntad, respeto al medioambiente- se pongan de manifiesto desde las primeras etapas.
Y, junto a estos valores, hay otro que también debe implementarse desde el primer momento en que un niño coge la bici: el civismo en la carretera. El asfalto puede ser, a veces, un lugar hostil para el ciclista. Estamos acostumbrados, por desgracia, a ver noticias y accidentes desagradables pero eso no implica que no podamos poner de nuestra parte para evitarlos. Los conductores también deben hacerlo respetando al ciclista, sin abordar adelantamientos peligrosos y guardando la distancia de seguridad, pero el ciclista no puede controlar esa parte y por eso no vamos a entrar en ello aquí.
En lo que nos ocupa, a la hora de realizar las primeras salidas en carretera hay que tener en cuenta que los niños pueden aprender por imitación, especialmente si no están matriculados en ninguna escuela. Por tanto, tenderán a hacer lo que vean en sus ídolos por la tele, y en sus mayores cuando salgan. Lo primero que hay que explicarles es que los profesionales van con la carretera cortada y por eso pueden moverse libremente por ella, pero la realidad de los ciclistas cuando salen es otra.
Y ahí es donde entra la labor pedagógica y cívica de los padres o mayores que salgan con ellos. Es tan sencillo como respetar el código de circulación igual que si fuesen en coche: pararse delante de los semáforos, respetar los pasos de peatones, poner mucha atención en los cruces y respetar las prioridades, circular pegados a la derecha y como máximo en fila de dos y, cuando vayan en un grupo numeroso, tener en cuenta que todo el ‘paquete’ ha de circular como si fuese un único vehículo.
Hay una regla que es necesario cumplir siempre:
Ante cualquier situación que pueda dividir el grupo –rotondas, semáforos en ámbar, cruces sin prioridad- lo mejor es frenar un poco, esperar a que el grupo esté compacto y, entonces, pasar todos. Es vital que el niño entienda en todo momento lo que se está haciendo y por qué. Así, cuando empiece a salir solo tendremos un ciclista cívico, conocedor del código de circulación y capaz de transmitir este conocimiento a otros. Es cuestión de construirlo desde pequeño. Y no es en absoluto difícil.