La bicicleta de montaña ha evolucionado muchísimo en los últimos años. Por un lado se han aumentado los tamaños de las ruedas y por otro se ha diversificado y especificado mucho en los tipos de bicis. El resultado de tanta innovación para el ciclismo de montaña es que tenemos un panorama de bici BTT realmente complejo, en el que hay que estar bien informado para poder identificar para qué tipo de terreno, usuario y preferencias está diseñada cada bici.
Esta evolución también se ha dejado notar en las transmisiones. Desde hace dos o tres años, se han introducido las transmisiones de doble plato y de un solo plato. No hace demasiado, todas las bicis de montaña venían montadas con tres platos, incluso las de competición XC. Sin embargo, y precisamente estirando del hilo competitivo y su carencia por rebajar peso, se han introducido las transmisiones de sólo dos platos o incluso de un único plato. A esto ha ayudado, y mucho, el desarrollo de cambios traseros de hasta 11 coronas. Si bien hace apenas un lustro lo habitual era encontrar en el mercado bicis de BTT con transmisiones de 3×9 ó 3×8, ahora lo habitual es encontrar 2×10 e incluso 1×11.
¿Pero, qué ganamos y qué perdemos con este cambio?
Pues fundamentalmente se gana (se pierde, mejor dicho) peso en la bici. El precio a pagar por esa reducción del peso es que limitamos el rango de velocidades y por tanto de desarrollos. Por mucho que hayan evolucionado las transmisiones modernas las 20v de un grupo 2×10 son obviamente menos marchas que las antiguas 27v de un 3×9. Entonces, ¿por qué se han impuesto? La respuesta podría tener muchos matices, pero se han impuesto quizás debido a la ampliación y especificación de las gamas de bicicletas.
Las marcas disponen ahora de muchas más bicis en muchas más versiones que hace cinco o seis años. Esa ampliación permite dedicar especial atención a un tipo de usuario concreto, centrarse más en lo que cada ciclista quiere o pretende querer. Por eso, las transmisiones 2×10 y 1×11 proliferan en los modelos XC o sencillamente de gama alta, porque también marcan un cierto nivel de la bicicleta. De todos modos, para pasar de una transmisión de tres a dos platos (y mucho más si hablamos de monoplano) hay que tener muy presente el nivel del ciclista. Si somos un usuario de cierto nivel, experto en el ciclismo de montaña, y con vocación de entrenamiento constante, podemos usar un doble plato sin problemas. Si lo nuestro es más bien salir de paseo los fines de semana, es probable que no lo necesitemos, ya que cuando queramos afrontar una cuesta muy empinada, echaremos en falta desarrollos más cortos.