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Tensión entre el Tour y la UCI

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El ciclismo es un deporte, aparte de bello, esquizofrénico. Y no nos referimos sólo a la competición que nos ofrece esos momentos viscerales, de ataques denodados que dejan a los ciclistas la boca con sabor a sangre y las piernas vacías, exánimes después de entregar hasta el último gramo de fuerza que contenían. Hablamos en esta ocasión de los despachos, donde los principales actores de nuestro deporte acostumbran a litigar por motivos nunca suficientemente explicados a los aficionados.

En esta ocasión la discusión versa en torno a la Reforma 2017, un proyecto para reformular la élite del ciclismo profesional masculino de carretera. La idea original era crear un sistema de competición que englobara a las mejores escuadras y carreras del mundo y fuera comprensible y emocionante para los aficionados: un concepto de liga más fuerte que el actual UCI World Tour.

De paso se pretendía añadir una serie de modificaciones estructurales que propiciaran una mayor estabilidad en un mundillo en el cual tanto equipos como eventos sufren por mantenerse en la carretera de una temporada a la siguiente. El objetivo era evitar la dependencia excesiva de los ingresos provenientes del patrocinio, prácticamente la única fuente de liquidez para la mayoría de actores. Buscando otra se dio con los derechos de televisión. En ese punto, tanto la UCI, federación internacional orquestadora de la reforma, como Velon, el lobby de los equipos que la instigaba, pincharon en hueso.

El hueso se llama ASO

Y es la empresa que organiza el Tour de Francia, la Vuelta a España, el París-Rouaix, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Dauphiné… Y una decena de pruebas más. En su portfolio figuran un total de 61 de los 148 días de competición que componen la primera división ciclista. Es la principal capitalizadora de la venta de los derechos de televisión de ciclismo, y no comparte un céntimo de los beneficios que arrojan estos con ninguno de los actores que propician el espectáculo. Esta tesitura le convierte en el más poderoso del circo ciclista.

Por esto, ante una Reforma que atacaba directamente a sus intereses, la empresa francesa ha pegado un golpe sobre la mesa. No terció en la reunión definitoria del proyecto y dejó su respuesta para una semana más tarde, cuando emitió un comunicado demoledor en el cual solicitaba a la UCI que, de 2017 en adelante, inscribiera sus eventos en el calendario Continental, segunda división del ciclismo. Esgrimió no estar de acuerdo con el sistema de competición anglosajón, sin ascensos ni descensos de equipos, propugnado por dicha Reforma.

Más allá de si normativamente sería factible disputar carreras de tres semanas en el escalón Continental, el objetivo de ASO está cumplido. Quería poner en jaque a la UCI y su proyecto de Reforma y lo ha logrado. Por lo pronto, desde Aigle se han querido mostrar imperturbables y dicen estar dispuestos a seguir trabajando en la Reforma tal y como está esbozada. No obstante, el enroque no puede durar mucho: UCI, ASO y Velon están condenados a entenderse. Las ruedas deben seguir girando.