Terminó el Tour de Francia y Chris Froome ha vuelto a triunfar en París. Es el tercero de su carrera, y el británico se mete en un club ya muy exclusivo donde sólo había siete ciclistas y él es el octavo: el de los corredores que tienen ya tres (o más) Tours en su trayectoria deportiva. Con cinco están en el primer escalón Miguel Indurain, Eddy Merckx, Jacques Anquetil y Bernard Hinault. Froome ha entrado en el segundo, al lado ya de Paul Thijs, Louison Bobet y Greg LeMond.
Lo cierto es que no pareció ser el Frome de las dos victorias anteriores, que en un solo ataque en la primera jornada de montaña dejaba la carrera completamente encarrilada. No hemos visto ninguna de sus exhibiciones cuesta arriba –sí hemos visto una cuesta abajo, el día que se marchó solo en el descenso a Bagneres de Luchon-, pero en cambio nadie se puede atrever a cuestionarse que el inglés ha sido el justo vencedor de la carrera.
Sus bazas, una gran solidez en todos los terrenos –incluidos aquellos que en otros tiempos se podrían haber considerado una debilidad para él- y un equipo poderosísimo al que tampoco se le ha puesto en cuestión su liderazgo. Sky ha manejado la carrera como ha querido y ha logrado que todos los demás equipos se amolden a su ritmo. Ningún otro equipo –salvo Astana en los últimos días de los Alpes, y tampoco le sirvió porque Aru falló- ha sido capaz de meterle mano al Tour. Las verdaderas diferencias, más de cuatro minutos sobre el segundo, las ha sacado en la contrarreloj. La general y dos etapas. Objetivo cumplido para Froome.
Segundo en el podio ha sido Romain Bardet
Que encontró premio a su valentía en Saint Gervais Mont Blanc, el último final en alto del Tour. El joven corredor francés atacó al asalto del podio desde la base de la subida y acabó llevándose la etapa y saltando al segundo puesto del cajón, en detrimento de un Adam Yates que finalmente se conformó con el cuarto lugar en la general y el maillot blanco. A sus 23 años, Yates ha sido la gran sensación de este Tour en la primera gran vuelta de su vida. Habrá que tenerlo muy en cuenta en el futuro. Fue el único día de flaqueza que tuvo. Y Bardet, más hecho pese a su juventud, lo aprovechó bien.
El último lugar del podio fue para Nairo Quintana
El hombre que había fiado toda su temporada al Tour con el objetivo de ser la alternativa a Froome. Lo cierto es que no lo ha sido. Nairo tiró de clase para aguantar siempre con los mejores, pero a la hora de la verdad no tenía el gas necesario para marcar la diferencia. En la contrarreloj acabó perdiendo tiempo, algo que para él entra dentro de lo normal. Pero en la montaña ni siquiera atacó. En los últimos días del Tour, tanto el corredor como su entorno aludieron a un problema de salud –probablemente una alergia- para explicar su comportamiento durante la carrera. De hecho, Nairo Quintana no estará en los Juegos Olímpicos de Río y es duda para la Vuelta a España.
Por su parte, el ciclismo español tuvo finalmente una victoria ‘in extremis’ de la mano de Ion Izagirre, además en la última gran etapa de la carrera. La que terminaba en Morzine tras la subida al Jeux Plane. Derrotó a rivales como Jarlinson Pantano –que se llevó otra etapa- o Vincenzo Nibali que venía de ganar el Giro. Sin duda este Tour es la confirmación a una gran temporada para el vasco, que se asienta entre los mejores del ciclismo mundial. Si mantiene su progresión y mejora en la alta montaña, pronto estará optando a cotas más altas.
Sagan se adjudicó el maillot verde de la regularidad por tercer año consecutivo, y también por tercer año seguido se llevó Rafal Majka el maillot de la Montaña. También repitió Movistar con la general por equipos, mientras que los dos mejores españoles de la general fueron Alejandro Valverde –sexto- y Joaquim Rodríguez, que acabó séptimo el que será el último Tour de su carrera deportiva. Tras acabar el Tour, ya se cuentan los días para la llegada de la Vuelta a España, con la Clásica de San Sebastián en medio.