¡Empieza el Tour de Francia 2022 y con ello nos llegan recuerdos de las ediciones anteriores! A veces hablamos del Tour de Francia y podemos pensar que todas sus ediciones se disputaron en las mismas condiciones, pero no es así. Hacemos un repaso al Primer Tour que se disputó.
Pero la historia del Tour tiene más de cien años y hay que reconocer que las primeras ediciones y normas que debían cumplir los corredores eran realmente extraordinarias y durísimas, sobre todo si lo vemos desde el prisma actual.
El primer Tour de Francia nace a principios del siglo XXI fruto principalmente de dos dinámicas sinérgicas. Por un lado, la incipiente capacidad industrial permite fabricar en serie nuevos “artilugios” que no solo representan un cambio tecnológico, sino que gracias a esa producción en serie son suficientemente baratos como para que mucha gente los pueda comprar. Estamos ante la primera etapa del capitalismo de mercado de masas y la bicicleta es uno de sus primeros productos estrella.
La segunda sinergia es la aparición de los diarios como primeros medios de comunicación de masas. La competencia entre ellos, el llevar el reto, la hazaña del siglo en portada para vender más diarios, los llevó a organizar ellos mismos esos retos inhumanos. Son tiempos de exploradores, de buscar los límites geográficos y físicos de la especie humana. Y la creación del TDF corresponde a esa dinámica; crear eventos que generaran historias sobrehumanas en busca de lectores.
En este contexto queremos poner el foco en una serie de aspectos de aquel primer Tour de Francia de 1903 para que valoremos, aún más, el descomunal esfuerzo de aquellos pioneros del ciclismo. Cómo diría el clásico: “¡Ojo al dato!”:
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Etapas larguísimas:
El primer Tour de Francia contaba con un recorrido total de casi 2.500 km a completar en solo ¡6 etapas! Calculen la media: más de 400 kilómetros diarios (la primera etapa de la historia del Tour tenía 467 km). Además, llamamos “carreteras” a algo que en aquellos años apenas eran caminos adoquinados o grava. La media del ganador en 1903, Maurice Garin, fue de 25 km/h, con lo cual podemos deducir que tardaba entre 15-16 horas en completar esas etapas. Eso el ganador, imaginen lo que tardaría el resto en una primera edición que tuvo 60 participantes en la salida.
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Horarios:
Si los mejores corredores de aquel primer Tour podían tardar unas 15 horas en completar las etapas, podéis imaginar a qué hora se daba la salida para garantizar que los ciclistas llegaran, digamos, antes del anochecer en el mes de julio. Las jornadas del TDF 1903 eran maratonianas de verdad: salidas a las 4-5h de la madrugada y llegadas hasta las 19-20h. ¡Brutal!
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Autosuficiencia:
Este concepto se aplicaba con toda su crudeza en aquellos años de pioneros. El ciclista estaba solo. El Tour era una carrera de supervivencia en la que debía solucionar él solo cualquier percance mecánico, logístico… Todo lo que tuvieran que usar en la etapa (ropa y comida incluida) debían llevarlo encima ya en la salida. No podían ser asistidos por nadie en ningún momento. Las comidas debían hacerlas en fondas que vieran al paso del recorrido. De este punto del reglamento es mítico el episodio de la forja de Eugène Christophe. Y por supuesto, los recambios los debían llevar desde la salida.
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La bicicleta:
Las bicis actuales son de carbono y pesan un mínimo de 6.8 kg. Ese límite lo impone la UCI, pero hace años que las bicis de competición podrían pesar bastante menos. Las bicis de aquel primer Tour de Francia pesaban casi 20 kg: cuadro y horquilla de hierro, llantas de madera, un único desarrollo, etc. Por poner un ejemplo, la bicicleta del ganador, Maurice Garín, no tenía frenos. Aunque por suerte que aquellos recorridos eran mayormente llanos (la alta montaña no llegó al Tour hasta 1910).
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Cambios tecnológicos:
Como vemos, las bicis de aquellos años eran como eran, pero incluso años después, cuando ya se habían inventado los primeros sistemas de cambio de marchas, la organización no los permitió. Hasta bien entrados los años treinta, lo único que aceptaron fue el cambio de corona usando la misma rueda trasera. Dicha rueda llevaba en un lado del buje un desarrollo “rápido” y en el otro “el de subida”. Para ello, el ciclista debía bajar de la bici; sacar la rueda accionando un cierre de palomita, girarla y volver a montarla en la bici. Eso era todo lo que podía hacer para afrontar una subida. Como os podéis imaginar, cuando se incluyeron los primeros puertos de montaña prácticamente todos los ciclistas los subían a ratos sobre la bici y a ratos corriendo con ella.
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Indumentaria:
Ahora vamos muy a gusto en nuestra bicicleta con ropa sintética y culote de lycra; prendas muy ligeras, que apenas se empapan por el sudor y que se ajustan al cuerpo como un guante. En aquellos años, la ropa de ir en bici apenas se diferenciaba de la de uso común: pantalones de pana, jersey de lana, camisas de algodón, refuerzos de cuero… Imaginad lo que sería pedalear con un jersey de lana en pleno mes de julio, el sudor empapando completamente la prenda… Esa misma prenda, horas después, pesada como el plomo, enfriada por la velocidad de un tramo en bajada, llegando a meta a eso de las 20h de la tarde, tras más de 15 horas sobre la bici. Imaginad también esas posaderas, durante tantas horas, a golpe de riñón, sin badana, sin acolchado, piel sobre cuero, cuero sobre pana, cuero también el del sillín….