El verano es la época ideal para completar grandes retos en bici, sobre todo aquellos que requieren varias etapas.
En este texto comentaremos las múltiples posibilidades que existen actualmente de realizar una travesía en bici (carretera o montaña) prácticamente por todo el mundo. Este tipo de viajes se pueden realizar de dos maneras: organizados por uno mismo o bien contratando los servicios de una empresa que nos ayuden con la logística. En este texto nos ocuparemos de esta segunda opción, ya que el tipo de viaje y predisposición cambia radicalmente en función de si somos o no autosuficientes.
Actualmente hay una oferta muy amplia en materia de viajes organizados en bicicleta. El ciclismo en ruta es una manera ideal de unir deporte y turismo y las empresas se han ido especializando en dar servicios para ciclistas. En carretera, sobre todo, podemos encontrar actualmente mucha oferta para completar las dos grandes travesías que todo gran ciclista debería hacer: Pirineos y Alpes. En viajes organizados de unas ocho o nueve jornadas (suelen ser siete de pedaleo más uno o dos de traslados), hay varias empresas que organizan estas travesías cuyo principal reclamo es el reto de cruzar los principales puertos de montaña que conocemos por el Tour de Francia: Tourmalet, Aspin, Aubisque, Marie Blanque… en Pirineos; Alpe d’Huez, Izoard, Galibier… en los Alpes. Generalmente, los recorridos en estas travesías son lineales: se empieza en un punto y se acaba en otro y cada día se cambia de hotel u alojamiento.
Si se opta por una viaje organizado por Dolomitas
En Italia, la logística del viaje cambia y se suelen escoger dos pequeñas localidades desde donde se realizan varias etapas de ida y vuelta (aquí se duermen varias noches en el mismo hotel). Para completar estos recorridos se suelen contar con uno o dos grupos de unos 25 ciclistas y el apoyo indispensable de dos furgonetas de apoyo. Las empresas de ciclismo en ruta se suelen encargar prácticamente de todo para que el cliente sólo piense en pedalear. Lo normal es que vaya en grupo hasta que se inicien las subidas para que después cada uno suba a su ritmo. Las etapas suelen tener un desnivel elevado, ya que se suben puertos muy largos y duros, pero el ritmo lo marca cada cual y hay apoyo por parte del organizador que, en principio, debería tener un margen muy amplio de tiempo para completar el recorrido de cada día. A lo largo de cada etapa, se disponen de avituallamientos para que los ciclistas-clientes coman durante el recorrido.
Los problemas en este tipo de viajes, los suele marcar la meteorología, tan cambiante en la alta montaña. Eso obliga al organizador a estar atento y ser flexibles con las rutas marcas. No sería de extrañar que tuvieran que cambiar recorridos sobre la marcha para evitar alguna que otra mala previsión de tiempo. En caso de avería de la bici, el organizador siempre suele contar con un mecánico y algunos recambios básicos para reparar problemas relativamente sencillos.
Hace unos años, este tipo de travesías sólo tenían como objetivo el completar el recorrido en un ambiente de camaradería y pasarlo bien. La ruta en sí era la principal protagonista. Actualmente, en cambio, se han añadido organizaciones que consiguen marcar tiempos y cronometrar algunas subidas, con lo cual el carácter competitivo se acentúa. Así, podemos encontrar actualmente empresas que organizan una travesía por los Pirineos, por ejemplo, pero con un control de cronometraje, premios y reconocimientos al final del recorrido. Sería lo más parecido a disputar una marcha ciclodeportiva durante seis o siete días seguidos. Este tipo de organización también suele ser más cara, en cambio el precio de una ruta normal por Pirineos de ocho días puede estar actualmente en torno a los 1000 euros (unos 1200 en el caso de los Alpes).