Han pasado ya diez temporadas desde el primer UCI World Tour. En aquel hubo veinte equipos: cuatro eran franceses (Bouygues Telecom, Cofidis, Crédit Agricole y Française des Jeux), cuatro eran españoles (Euskaltel, Illes Balears, Liberty Seguros y Saunier Duval) y cuatro eran italianos (Domina Vacanze, Fassa Bortolo, Lampre-Caffita y Liquigas-Bianchi). Sólo una de las escuadras de la primera división, el Discovery Channel de Lance Armstrong, no era europea…
El paisaje para la temporada ciclista 2016 será muy diferente
Por primera vez, el UCI World Tour tendrá al menos un equipo de cada continente. A los americanos (BMC, Cannondale y Trek) se sumó hace ya diez años un asiático (Astana); hace cuatro, un oceánico (Orica-GreenEdge); y este invierno llega un africano (Dimension Data). Mientras tanto, a Francia sólo le quedan dos equipos en la máxima categoría (Ag2r y FDJ); a España, uno (Movistar Team); y a Italia otro, un Lampre que merced a las decisiones de su mánager, el sudafricano Brent Copeland, y a la influencia de su bicicleta Merida es cada vez más internacional.
Definitivamente, el ciclismo a fondo ha cambiado. Su élite ha dejado de ser una suma de equipos-país del Viejo Continente para convertirse en un asunto mundial en que los distintos conjuntos procuran atraer el mejor talento disponible, mirando las banderas sólo para cuidar los intereses de sus patrocinadores, normalmente globales. La nacionalidad de las escuadras es más una cuestión de la procedencia de su cuerpo técnico o de dónde obtienen sus licencias de competición que de cultura o identificación con su territorio.
Y sin embargo, a veces sucede que un equipo quiere hacerse de un país. Ése es el caso del Trek Factory Racing estadounidense. Heredero de aquel desastroso Leopard-Trek que los hermanos Schleck montaron con el apoyo de un acaudalado constructor que descubrió que su pasión por el ciclismo a fondo no daba para tanto y del último RadioShack de Johan Bruyneel, la bicicleta Trek llevaba dos temporadas sosteniendo la escuadra en solitario por evitar que el mejor embajador de la marca a nivel global, Fabian Cancellara, acabara su carrera deportiva montado en otra bicicleta.
El cuerpo técnico encabezado por Luca Guercilena, brillante técnico italiano que en su día gestionó el Mapei de promesas, y la propia Trek llevaban estas dos campañas buscando un patrocinador principal fuera del ciclismo a fondo que permitiera asegurar la supervivencia a largo plazo de una estructura que costaba casi 15 millones de euros al año. Lo encontraron hace unos meses y lo anunciaron la semana pasada. El gigante italiano del café Segafredo había estado durante 2015 negociando con Bjarne Riis y con Trek su desembarco en el mundo de la bicicleta de competición, decidiéndose por esta última con un acuerdo que abarcará hasta 2018 inclusive.
Consumada la gran noticia del ciclismo, es momento de soñar para Trek-Segafredo. El primer objetivo es encontrar un sucesor para Fabian Cancellara, que se retira este invierno y dejará un hueco difícil de llenar al cual optan dos jóvenes belgas de la plantilla, Jasper Stuyven y el recién incorporado Edward Theuns. El segundo, italianizar una plantilla que ya cuenta con destacados transalpinos como el ágil Fabio Felline, el veloz Giacomo Nizzolo o el prometedor Niccolo’ Bonifazio, adquirido este invierno de Lampre.
En ese sentido, el objetivo es claro: Vincenzo Nibali, que acaba contrato con un Astana en el cual se encuentra a disgusto y llegaría con varios de sus gregarios de la mano. Sucede que el ‘Squalo’ está pendiente del trabajo de su representante Alex Carera, que estaría trabajando para cerrar un gran patrocinio del Golfo Pérsico que le permitiría montar su propio equipo. Ésta será una de las líneas argumentales más interesantes fuera del ciclismo de carretera en un 2016 que promete ser apasionante.