Ni que decir tiene que cada categoría en el ciclismo es un mundo, y a medida que los niños se van desarrollando físicamente también cada temporada va cambiando en todos los aspectos: calendario de competición, formar de afrontar el año, el trabajo preparatorio de pretemporada que poco a poco se va haciendo más complejo y un largo etcétera. Y ahora estamos precisamente en esa fase: la pretemporada.
En esta parte del año una de las mejores opciones para la preparación es cambiar la bicicleta de carretera por la de montaña, el conocido como BTT. Esta disciplina permite mejorar la técnica la vez que poco a poco vamos poniendo a punto la condición física. De todos modos, tanto en las categorías de escuela como en infantiles es conveniente dejar que el entrenamiento sea simplemente el juego. Con la duración que tienen las carreras de BTT –y las de carretera, que como mucho duran unos 45 minutos- con dos o tres sesiones de bici a la semana hay más que suficiente.
Ya para la categoría cadete empezaríamos a hablar de un entrenamiento algo más planificado. En cualquier caso, en estos meses comienza la temporada de BTT y muchas veces surge una pregunta: ¿es conveniente que un niño que se centra en la carretera haga carreras con la bici de montaña en los meses de invierno? Pues bien, la respuesta es sí. Lo es. Porque la clave de la progresión no está en esas carreras de montaña, sino en que se incorporan como parte del entrenamiento de pretemporada.
De principiantes a infantiles
El entrenamiento no debe tener una planificación concreta más allá de distribuir las sesiones correctamente para asegurar que su cuerpo las asimile. Y a partir de cadetes, los niños que hagan carreras BTT en invierno deben ser conscientes de que no van a llegar en las mejores condiciones, y que el cometido de esa carrera es simplemente servir de entrenamiento en lugar de hacer una salida en solitario. Se trata simplemente de pasar un buen rato sobre la bici, sin buscar más objetivo que el disfrute y pasar una divertida mañana de sábado o domingo. Sin otra pretensión. Y en juveniles, más de lo mismo. Ponerse el dorsal debe ser sólo un trámite para el objetivo real.
Como al final los chavales están en una carrera, seguro que se exigirán en la medida de lo posible pero su cuerpo realmente no está al límite de su capacidad. Así que a medio plazo lo que estarán haciendo es coger un poco de ‘chispa’ para cuando lleguen las pruebas de su disciplina, la carretera. A las que acudirán con más habilidad técnica y habiendo cambiado unas cuantas sesiones de entrenamiento en solitario –que a veces se pueden hacer aburridas- por varias carreras en las que habrá visto a los compañeros y se habrá divertido.