La categoría cadete es considerada el eslabón entre el ciclismo base y el camino hacia el deporte profesional. Por tanto, es la última en la que el objetivo primario es divertirse encima de la bici, y se supone como una transición hacia juveniles, cuando ya empiezan a entrar en juego los resultados y el rendimiento deportivo, aunque ese proceso debe ser siempre gradual. Tanto por esto como por la edad de los corredores, los cadetes tienen un reglamento muy específico en lo que a carreras se refiere.
Los límites del desarrollo
Ya comentamos anteriormente los límites de desarrollo, que se situaban en un plato de 52 dientes como máximo combinado con un piñón pequeño de 16, para un recorrido de 6,94 metros. También quedó explicada la limitación de distancia en 60 kilómetros para las pruebas de la categoría, así como los 12 de las contrarreloj individuales y 20 en las colectivas. Pero hay otras muchas peculiaridades más de la categoría.
Por ejemplo, los cadetes no pueden superar por normativa los 35 días de competición durante toda una temporada. A día de hoy, eso es muy difícil de controlar. El calendario RFEC apenas contempla un par de pruebas, por lo que el resto corresponde a los autonómicos. Y a esto hay que añadir que muchos de los niños combinan hoy en día las disciplinas de carretera –en primavera y verano- y montaña, en los meses invernales.
Otra característica singular de las carreras cadete son las pruebas por etapas: entre una carrera por etapas y la siguiente, los niños deben guardar al menos 10 días de descanso, mientras que si se trata de una carrera de un día deberán estar, como mínimo, tres días sin correr antes de volver a hacerlo. Lógicamente la motivación de esta norma es preservar el desarrollo físico de los niños, pero realmente es algo complejo de controlar.
Además, hay también una serie de líneas rojas que no se pueden sobrepasar: como mucho, las vueltas por etapas pueden tener cuatro días, y en medio tiene que haber una jornada de descanso. Pero, además, para que sean cuatro etapas la primera debe ser un prólogo a modo de crono individual, siempre inferior a cuatro kilómetros, o por equipos con menos de ocho. Actualmente, la Vuelta al Bajo Aragón –que lleva ya más de 30 años celebrándose- sigue ese formato: prólogo contrarreloj individual, dos etapas en línea, jornada de descanso y etapa final.
Por otra parte, el kilometraje medio de los días en línea no debe superar los 50 kilómetros. Además, están prohibidos los dobles sectores en un mismo día. La gran mayoría de estas pruebas se disputan en formato Challenge, aunque también hay una clasificación general por tiempos. Así, los ciclistas que tengan que retirarse pueden salir en la siguiente etapa, aunque no estén incluidos ya en la general de la vuelta. Por último, los cadetes de primer año sólo pueden participar en una vuelta a lo largo del año, mientras que los de segundo podrán hacerlo en dos. Estamos, como decíamos, ante la categoría más delicada de todo el ciclismo. Su peculiar reglamento lo deja patente.