Si hace unos días explicábamos cómo podemos diferenciar las diferentes tipologías de bicicletas de montaña, ahora le toca el turno a las del ciclismo de carretera.
Esta segunda tarea es mucho más fácil, ya que hay menos categorías dentro del segmento de “las flacas”.
Bicis de competición
La mayoría de las bicicletas de ciclismo de carretera, al menos hasta hace apenas cinco o seis años, eran las de competición. O al menos, las bicis de imitaban la geometría y característica de las que usaban los ciclistas profesionales.
Actualmente, apenas hay diferencias entre unas y otras, incluso es probable que las bicis de gama alta compradas por el aficionados sean más ligeras que las de los profesionales, ya que no tienen que cumplir con la regla del peso mínimo de 6,8 kg.
Dentro de la oferta de bicicletas de competición podemos encontrar dos modelos bien diferenciados: la bici convencional (suele coincidir con la más ligera y escaladora) y la bici semi-aero.
Estas son sus características:
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Bici convencional o escaladora:
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Bici semi-aero:
Es el modelo más ligero de las bicis de competición, la más adecuada para las grandes cuestas y puertos de montaña.
Es la heredera de la bici de competición clásica, una geometría muy característica: ángulos cerrados, tubo superior largo, vainas cortas…
La idea de estas bicis es la de permitir el máximo rendimiento del ciclista en todo momento. No son bicicletas enfocadas a la comodidad.
La mayoría de las bicis de este tipo se suelen fabricar con cuadro de carbono, aunque también las hay de aluminio.
Bicicletas de competición, esta vez enfocadas al rendimiento aerodinámico.
Son bicicletas eminentemente rodadoras, para terreno llano y ondulados, aunque eso no quiere decir que muchos ciclistas no las usen también en etapas de montaña.
Son bicis muy usadas en las clásicas de primavera.
Aquí la ligereza no es tan importante como la de generar detalles y un montaje que sea lo más eficiente en el comportamiento aerodinámico. Los cuadros de estas bicis suelen tener tubos más voluminosos y aplanados.
Estarían a medio camino de una bici convencional de competición y una de crono (o triatlón).
Bicis gran fondo
Dentro de este subgrupo de bicicletas de carretera encontramos una categoría que hace apenas diez o doce años no existían y que están enfocadas al usuario medio:
Las “gran fondo” o “cicloturistas”.
La idea de estas bicis es ofrecer al aficionado al ciclismo una bici de material y acabados tan elevados como los de las bicis de competición, pero con una geometría y alguna característica que faciliten la comodidad.
No hay que confundir este tipo de bicis con los modelos pensados para viajes o con vocación netamente de ocio.
Quizás por eso no hay que llamarlas “cicloturistas”, sino más acertadamente “gran fondo”, porque están pensadas para usuarios que le dan un uso deportivo pero no necesitan ir con una postura tan racing como los “pros”.
Algunas marcas enfatizan más el tema de la geometría en estos modelos, mientras que otras prefieren que estas bicis mantengan unas cotas más cercanas a las bicis de competición pero con algunos detalles en su construcción (sobre todo tipo de carbono, colocación de las fibras) que favorezcan algo más la flexión y menos la rigidez.
Estos modelos se han ido usando también en las grandes competiciones ciclistas, sobre todo en las clásicas más duras de primavera y que cuentan con los complicados tramos adoquinados: Tour de Flandes y París-Roubaix.
Como decimos, estas bicis suelen contar con una geometría algo más relajada: pipa de dirección más alta, tubo superior más corto, vainas más largas…
La idea es favorecer el pedaleo durante muchas horas, si es necesario, pero empleando una postura menos forzada a la de las bicis clásicas de competición.
En los últimos años se les ha añadido sistema de amortiguación a través de elastómeros en puntos clave, como horquilla, dirección o tirantes.
Por supuesto, actualmente casi todas las marcas apuestan por equipar estas bicicletas con frenos de disco.