Fue una fría mañana de noviembre de 1927. Tullio Campagnolo era un ciclista italiano que se enfrentaba a las cuestas del Croce d’Aune. La cima del Veneto no es una escalada especialmente dura, aunque en su parte final hay rampas por encima del 10%. En aquellos años, las bicicletas no tenían cambio de marchas, lo único que había para aligerar el desarrollo ante una subida era el giro de la rueda trasera. Estas iban equipadas con dos coronas, una a cada lado del buje: una servía para el llano y las bajadas; la otra, un poco más grande, para las subidas.
Para realizar este giro de la rueda, obviamente, había que bajarse de la bici y desmontar la rueda. Campagnolo quiso hacer esta operación aquella mañana de 1927 para subir el Croce d’Aune pero se encontró con un problema importante. El frío había entumecido sus manos y parte de las roscas de la bici estaban congeladas. En ese momento fue consciente de que estaba ante un problema y ahí mismo, cuenta la leyenda, que empezó a vislumbrar la solución.
Cierre rápido para la rueda
Tullio Campagnolo ideó entonces el cierre rápido para la rueda, el primero de la historia del ciclismo. Ese elemento se convirtió en el primero de los muchos productos que después diseñaría para su marca Campagnolo, actualmente una de las más famosas de la industria del ciclismo. Una solución sencilla, pero que permite a cualquier ciclista quitar las ruedas y reparar un simple pinchazo.
Una de las etapas clave del Giro de Italia de 2019 pasará por la cima del Croce d’Aune, donde los ciclistas pasarán junto a la estela en la que se conmemora este momento importante para la industria del ciclismo.