El ciclismo de montaña es hoy uno de los deportes más populares en el primer mundo, pero en realidad su “invención” es mucho más reciente de lo que pensamos.
Gary Fisher, Tom Ritchey, Charlie Kelly, Mike Sinyard, Joe Breeze… son algunos de los protagonistas de esta historia sobre el inicio del mountain bike que os vamos a tratar de contar brevemente. Todos ellos son nombres relacionados con la aparición del ciclismo de montaña, pioneros de un deporte que hasta entonces no existía y que actualmente es uno de los deportes más populares en los países desarrollados.
Para empezar por el principio, tenemos que situarnos en Estados Unidos, en concreto en el condado de Marin (California). A mediados de los años setenta del siglo pasado, varios amigos, muy jóvenes, se juntan con sus bicicletas y muchas ganas de vivir experiencias intensas. En algunas de esas reuniones, se retan entre ellos para ver quién es capaz de bajar más rápido por los cortafuegos del monte Tamalpais.
Como os podéis imaginar, las caídas, contusiones, roturas de las bicis, y de algún hueso, estaban más que garantizados. Para aquellos descensos, casi suicidas, estos alocados jóvenes usaban las bicis que tenían a mano; las denominadas “playeras”: bicicletas de paseo, muy estables, de geometría relajada y pensadas para ir a las playas del Pacífico (véase la Schwinn Excelsior de la imagen). Estas bicis eran (y son) tan tranquilas que no tenían ni frenos, ya que se frenaba a contrapedal (como las bicicletas de piñón fijo).
Pues armados con ese tipo de monturas ciclistas, este grupo de jóvenes organizó diversos campeonatos de descenso que llamaron “repack”. Podemos imaginar que aquella situación sería similar a la de las carreras populares de “bólidos de cojinetes” que se celebran aún hoy en muchos pueblos de España. Sabemos que muchos se toman la cuestión muy en serio, organizan equipos, diseñan mejoras, las prueban, entrenan… Pues seguramente en el condado de Marin sucedió algo similar, con aquellos jóvenes y sus bicicletas de paseo, unas bicis que fueron transformando con sus propias manos hasta crear las primeras mountain bikes.
Gary Ficher, pionero de pioneros
Y en esto, el pionero más conocido de entre todos estos pioneros es Gary Fisher. Este impulsor, primero de la artesanía y más adelante de la incipiente industria de la bicicleta de montaña, fue el primero que, junto a otra leyenda como Tom Ritchey, se organizó para vender sus bicicletas a otros “bajadores” del monte Tamalpais. Aquellas primeras ventas, a finales de los setenta, eran básicamente prototipos tuneados. Fisher fue el primero en incorporar el cambio de marchas a su Schwinn Excelsior y equiparla con triple plato (está claro que además de bajar, el bueno de Gary también quería subir). También incorporó frenos de motocicleta, cubiertas más anchas y, en plan visionario, apostó antes que nadie por las ruedas de 29 pulgadas, el tubo superior alargado y las horquillas con avance (“offset”).
Pero mientras Fisher y sus socios modificaban bicis en plan artesanal, otro viejo conocido de esta pandilla, Mike Sinyard, fundaba una empresa con la que fue fabricó la primera bici de montaña industrial. El nombre de la primera bicicleta mountain bike que salió de la Fira de Sinyard os sonará a muchos: Specialized Stumpjumper. Este modelo se lanzó en 1981 y dicen que su precio era de unos 750 dólares, la mitad de lo que costaban las artesanales construcciones del dúo Fisher-Ritchey.
A partir de aquí, el deporte del ciclismo de montaña no paró de crecer y con él su industria. Un sector realmente potente actualmente y que vende bicicletas de este tipo prácticamente en todo el mundo. A España, las primeras bicicletas de montaña llegaron a finales de los ochenta y, no sabemos muy bien por qué, se popularizaron enormemente a principios de los noventa. Pero la historia del inicio del mountain bike en España intentaremos contarla otro día…